(Ohanes, Almería (España) 1898-Madrid (España) 1961)
Juan Cristóbal González Quesada fue un escultor español, conocido artísticamente como Juan Cristóbal. Vinculado a Granada desde la infancia, allí realiza en 1913 su primera exposición. Llama entonces la atención del influyente político Natalio Rivas, que se convertiría en su protector, facilitándole su marcha a la capital. Pensionado por el Ayuntamiento y la Diputación de Granada, se traslada a Madrid donde inicia sus estudios bajo el magisterio del escultor Mariano Benlliure.
En 1917 expone por primera vez en el Ateneo de Madrid y pronto empezarán a conocerse sus dotes y sus obras más destacadas, premiadas con frecuencia en los certámenes oficiales a los que concurre. Así, la Segunda Medalla que obtuvo en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1917 por su obra Desnudo que, adquirida por el Estado, integra las colecciones del Museo Nacional de Arte Moderno. A partir de 1918 se suceden los encargos y proyectos que le proporcionan una estabilidad económica. En la Exposición Nacional de 1920 recibió una distinción por el grupo en bronce del Monumento a Ángel Ganivet en Granada, parte del conjunto que se inauguraría en 1921 en el bosque de la Alhambra, ejecutado con un estilizado realismo y un matizado simbolismo. Igualmente, son importantes la obra titulada La noche, figura femenina en mármol negro, con la que obtuvo Primera Medalla en la Nacional de 1922, y años después, Sibila, también en mármol negro, parte de su envío a la exposición de 1926.
En 1922 recibió el encargo de modelar la cabeza de elefante que sirve de ménsula al balcón del Salto de El Carpio, obra del arquitecto Casto Fernández-Shaw.
En la Exposición Internacional de Bellas Artes de Barcelona de 1929, en el contexto de la gran Exposición Universal de ese año, su bronce Maja, un desnudo de cuerpo entero, gana la Primera medalla. Muy celebrada había sido también su media figura de Cervantes para el Cuerpo de Inválidos del Ejército, concluida en 1928, en madera dorada y pintada, conjugando tradición y modernidad.
En estos años concurría en su estudio un amplio círculo de amistades, entre otros, Ignacio Zuloaga, Julio Camba, Julio Romero de Torres, Rafael Penagos, Enrique de Mesa, Anselmo Miguel Nieto, Emiliano Barral, Lorenzo Domínguez, Ramón Pérez de Ayala, o el citado Casto Fernández-Shaw.
Muy activo en la vida cultural y artística de España, participó en innumerables homenajes a pintores y escultores de su época, actos solidarios e iniciativas relacionadas con el mundo de las bellas artes. En 1928 había sido invitado por el Gobierno de la Unión Soviética para visitar el país junto a otros destacados artistas e intelectuales. En 1933 firmó, junto a un extenso grupo de artistas de su generación, el manifiesto de la asociación de Amigos de la Unión Soviética.
Tras la guerra civil, que pasó en Madrid, continuó su obra, no sin cierta revisión de los planteamientos estéticos contra los que su generación se había definido en su juventud: naturalismo, abocetamiento, cierto carácter narrativo y hasta cierta retórica decimonónica. Es de destacar el monumental Cid Campeador a caballo de la ciudad de Burgos, encargo de su Ayuntamiento en 1947, inaugurado por Franco en julio de 1955.
Continúa haciendo bustos y cabezas, casi todos retratos, reflejo del amplio círculo de sus amistades, que, como antes de la guerra, incluía a muchos de los principales protagonistas de la vida cultural y social de Madrid. En 1958 la Biblioteca Nacional de Madrid le dedicó una exposición monográfica.
En los últimos años de su vida, no escatimó esfuerzos para lograr la adquisición, reconstrucción y preservación del antiguo Palacio de Villena, en Cadalso de los Vidrios (que había descubierto en 1930), actual sede del museo Juan Cristóbal, donde se muestra una parte representativa de la obra de este singular escultor.